martes, 29 de julio de 2008

El Islam y su futuro

José Carlos Martín de la Hoz

La lectura del trabajo de Mustapha Chérif, profesor de la Universidad de Argel, sobre la tolerancia en el Islam, plantea con toda su crudeza y perplejidad la enorme distancia que separa la civilización occidental y el mundo islámico.
Desde las primeras páginas, subraya la necesidad de la diversidad: "El porvenir de los pueblos de la orilla sur, en especial, y, en general, el de todos los pueblos, depende de la validez del sentido que otorguen a la relación con el otro diferente" (p.28). Enseguida, irá mostrando lo difícil que resulta ese planteamiento en un mundo global, en el que se tiende a ver todos los países musulmanes como algo uniforme, pues desde el Islam, se contempla el mundo occidental como algo uniforme. Por tanto, se parte de la ignorancia mutua.
Evidentemente, no todos los musulmanes son fundamentalistas, ni terroristas: "El problema es que el mundo musulmán no ha sabido responder, de una manera lo suficientemente reflexiva y global, a estas nuevas monstruosidades, a esos movimientos de la muerte y del cierre que actúan en nuestro nombre. Las respuestas han sido tardías, débiles e inapropiadas" (pp. 83-84).
Además, el profesor Chérif reconoce la falta de imagen de ese mundo para el occidente: "La escandalosa debilidad de las prácticas democráticas en la mayor parte de los regímenes, la violencia ciega, la confusión entre religión y política, la ausencia de proyecto de una sociedad coherente, en suma, la práctica del cierre, desfiguran hoy el mundo musulmán y arruinan nuestra imagen" (p.87).
Así pues, la necesidad del desarrollo está presente en esos países, muchos de los cuales están incluidos en el tercer mundo, pero tienen el miedo de perder su fe, que es la esencia total de su cultura: "Con la condición de no caer en la tentación del exceso inverso, que es el de diluirse en el otro y renunciar a mantener el desafío de la autenticidad, la vía permanece abierta para la síntesis entre autenticidad y progreso" (p. 89).
El miedo a la globalización y por tanto a la mundialización del materialismo consumista es un reto: "El ciclo de la historia de las civilizaciones que obedecía a la lógica: nacimiento, esplendor, decadencia, parece haber sido desplazado por la mundialización, que aparece como irreversible, lo que resulta ser otro carácter inquietante del fenómeno" (p.122).
Todas las páginas de este trabajo están transidas de estos pensamientos que hemos recogido ya. Parece que la duda y la perplejidad continúa después de su lectura. Mientras, de hecho, la distancia norte-sur se va agrandando. Así termina el prof. Chérif: "A pesar del fondo común y de las trayectorias indisociables, un abismo más profundo que las fronteras parece que separa a nuestros dos mundos, a las dos orillas del Mediterráneo. Hay una diferencia en el nivel de las mentalidades y de la comprensión de los desafíos que a todos se nos plantean" (p.181).

José Carlos Martín de la Hoz

Para leer más:

Chérif, Mustapha (2008) Tolerancia e intolerancia en el Islam, Barcelona, Bellaterra
Gómez Pérez, Rafael (2007) Convivir con el Islam, Pamplona, Eiunsa
Galera, José Antonio (2006) Diálogo con el Islam, Madrid, Palabra

sábado, 26 de julio de 2008

Las JMJ de las antípodas

Por: Ángel Cabrero Ugarte

El Papa ha ido a Australia a hablar a los jóvenes del Espíritu Santo. ¿No resulta un tanto extraño? Podríamos pensar que es más fácil hablar de Jesucristo, porque es Dios y hombre, y nos parece que los jóvenes necesitan palpar la fe, viviendo como viven en un mundo bastante materialista.

Quizá por eso Benedicto XVI, en esta ocasión explica a la multitud de los oyentes cual es la realidad del Espíritu de Dios que habita en sus almas. Quiere transmitirles "el ‘cómo’ llegar a ser testigos. Tenemos necesidad de conocer la persona del Espíritu Santo y su presencia vivificante en nuestra vida –les decía-. No es fácil. En efecto, la diversidad de imágenes que encontramos en la Escritura sobre el Espíritu –viento, fuego, soplo– ponen de manifiesto lo difícil que nos resulta tener una comprensión clara de él. Y, sin embargo, sabemos que el Espíritu Santo es quien dirige y define nuestro testimonio sobre Jesucristo, aunque de modo silencioso e invisible".

Son palabras del Santo Padre en la solemne Vigilia de oración del sábado por la noche que ya es tradicional de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Antes, en la ceremonia de acogida del jueves, en la simbólica llegada en barco al muelle de Sydney, ya había adelantado el tema: "Hace casi dos mil años, los Apóstoles, reunidos en la sala superior de la casa, junto con María (cf. Hch 1,14) y algunas fieles mujeres, fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hch 2,4). En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado".

Desea el Papa que esos jóvenes se conviertan en intrépidos testigos del "acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte". Ante la influencia del relativismo que separa la verdad de la libertad y la tolerancia de modo antinatural, los jóvenes deben llevar a todos la gran noticia, y para eso hay que llenarse del Espíritu Santo como lo hicieron los primeros discípulos el día de Pentecostés.

Y les habla de cómo es el Paráclito, ese Espíritu indefinible según los parámetros materiales, pero asequible por la fe. Usando expresiones de San Agustín dice que el Espíritu Santo es "unidad como comunión, unidad como amor duradero, unidad como dador y don". Por lo tanto, que el Espíritu les lleva a la comunión en la única Iglesia. Que el Espíritu les infunde un amor que estaremos en condiciones de llevar a todas las almas, amor duradero. Que el Espíritu nos anima a darnos, a ser donación como lo es Dios uno y trino.

"Queridos jóvenes –concluirá el Papa-, ya hemos visto que el Espíritu Santo es quien realiza la maravillosa comunión de los creyentes en Cristo Jesús. Fiel a su naturaleza de dador y de don a la vez, él actúa ahora a través de vosotros. Inspirados por las intuiciones de san Agustín, haced que el amor unificador sea vuestra medida, el amor duradero vuestro desafío y el amor que se entrega vuestra misión", palabras que llegan a todos los cristianos del orbe, palabra dichas en Australia, y muchas veces también en las antípodas de nuestro pobre modo de vivir.

Ángel Cabrero Ugarte

Radio Intereconomía, 25 de julio de 2008, 20, 30 horas


Para leer más:

Textos de los discursos del Papa en Sydney

jueves, 24 de julio de 2008

Benedicto XVI en Sydney

José Carlos Martín de la Hoz


Acaba de terminar la Jornada Mundial de la juventud en Sydney y es hora de empezar a meditar sobre la siembra efectuada por el Romano Pontífice. Hace unos días comentaba asombrado un periodista que aquella inmensa multitud de jóvenes bullangueros de tantos países del mundo, de repente, se quedaran callados escuchando al Santo Padre hablarles del Espíritu Santo.

Lo asombroso es referirse al Espíritu Santo como un tema complicado o complejo. En realidad, los cristianos, desde la más tierna infancia escuchamos y estamos vivificados por el Espíritu Santo que inhabita en nuestra alma desde el bautismo y que es quien nos enseña a amar.

Cuando San Josemaría Escrivá de Balaguer, buscó en el Nuevo Testamento una biografía sintética de Jesús anotó esta frase: "pertransit benefaciendo". Pasó por el mundo haciendo el bien. El modelo es Jesucristo y el modelador es el Espíritu Santo. Por tanto, también los cristianos, inspirados por el Divino Paráclito, hemos de imitar a Jesús en ese atravesar el mundo haciendo el bien. Con el Espíritu Santo actuando en nuestras almas, atravesaremos las dificultades ordinarias y extraordinarias de la vida amando.

En Geología se estudia un fenómeno muy interesante: la "socavacion magmática": cuando el magma sube desde el manto superior y penetra en la corteza, lo puede hacer subiendo por una grieta (por la diferencia de presión y con la ayuda de los gases que contiene) o puede empapar de modo ascendente y transformar los estratos metamorfizándolos. Veamos un ejemplo: para el primer caso sería, un volcán y para el segundo la formación de las pizarras. También se puede visualizar la socavación con un experimento casero: se toma una cuchara con café y se deposita un terrón de azúcar. Enseguida, por la porosidad asciende el café y todo el terrón en unos segundos se pone de color negro: es decir, respetando la estructura, el café ha empapado el terrón de azúcar.

Trascender, por tanto, es atravesar. Así se podía traducir la biografía de Jesús que señalamos antes: "Atravesó el mundo haciendo el bien". El alma atravesada por el amor, empapada de amor a Dios y a los demás, puede transformar el mundo.

Es completamente lógico que Benedicto XVI invite a los jóvenes cristianos a dejar que el Espíritu Santo guíe sus pasos y construya el proyecto de vida que Dios quiere para cada uno. Todo menos la mediocridad del egoísmo, de la vida acomodada que se deja atravesar por las pasiones. No, el dominio del propio yo, la apertura a Dios y a los demás, hará que atravesando el mundo de amor lo transformemos en humano y divino.

José Carlos Martín de la Hoz

Para leer más:

Textos de los discursos del Papa en Sidney

Benedicto XVI en Sydney

Por: José Carlos Martín de la Hoz

Acaba de terminar la Jornada Mundial de la juventud en Sydney y es hora de empezar a meditar sobre la siembra efectuada por el Romano Pontífice. Hace unos días comentaba asombrado un periodista que aquella inmensa multitud de jóvenes bullangueros de tantos países del mundo, de repente, se quedaran callados escuchando al Santo Padre hablarles del Espíritu Santo.

Lo asombroso es referirse al Espíritu Santo como un tema complicado o complejo. En realidad, los cristianos, desde la más tierna infancia escuchamos y estamos vivificados por el Espíritu Santo que inhabita en nuestra alma desde el bautismo y que es quien nos enseña a amar.

Cuando San Josemaría Escrivá de Balaguer, buscó en el Nuevo Testamento una biografía sintética de Jesús anotó esta frase: "pertransit benefaciendo". Pasó por el mundo haciendo el bien. El modelo es Jesucristo y el modelador es el Espíritu Santo. Por tanto, también los cristianos, inspirados por el Divino Paráclito, hemos de imitar a Jesús en ese atravesar el mundo haciendo el bien. Con el Espíritu Santo actuando en nuestras almas, atravesaremos las dificultades ordinarias y extraordinarias de la vida amando.

En Geología se estudia un fenómeno muy interesante: la "socavacion magmática": cuando el magma sube desde el manto superior y penetra en la corteza, lo puede hacer subiendo por una grieta (por la diferencia de presión y con la ayuda de los gases que contiene) o puede empapar de modo ascendente y transformar los estratos metamorfizándolos. Veamos un ejemplo: para el primer caso sería, un volcán y para el segundo la formación de las pizarras. También se puede visualizar la socavación con un experimento casero: se toma una cuchara con café y se deposita un terrón de azúcar. Enseguida, por la porosidad asciende el café y todo el terrón en unos segundos se pone de color negro: es decir, respetando la estructura, el café ha empapado el terrón de azúcar.

Trascender, por tanto, es atravesar. Así se podía traducir la biografía de Jesús que señalamos antes: "Atravesó el mundo haciendo el bien". El alma atravesada por el amor, empapada de amor a Dios y a los demás, puede transformar el mundo.

Es completamente lógico que Benedicto XVI invite a los jóvenes cristianos a dejar que el Espíritu Santo guíe sus pasos y construya el proyecto de vida que Dios quiere para cada uno. Todo menos la mediocridad del egoísmo, de la vida acomodada que se deja atravesar por las pasiones. No, el dominio del propio yo, la apertura a Dios y a los demás, hará que atravesando el mundo de amor lo transformemos en humano y divino.

José Carlos Martín de la Hoz

Para leer más:

Textos de los discursos del Papa en Sidney

domingo, 20 de julio de 2008

La historia documentada

José Carlos Martín de la Hoz


El Académico Luis Suárez acaba de publicar, el último volumen de su historia documentada del franquismo. Se trata de un grueso volumen de 889 páginas, en las que aborda los años finales de la vida de Franco (1966-1975). Por tanto, una de las etapas más interesantes de la historia reciente de España. Como es sabido el catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid es conocido por el uso de documentación exhaustiva a la hora de redactar sus trabajos.

En esta ocasión, cuenta con los fondos documentales del propio Francisco Franco, lo que le da solidez al trabajo, pero le hace deudor de una sola perspectiva. Efectivamente, los hechos narrados: relaciones Iglesia-Estado, la situación de la Iglesia en España después del Concilio Vaticano II, el fenómeno de la contestación, etc., son observados y expuestos a través de informes de los Ministros, Embajadores, de la Dirección General de Seguridad. Por tanto, sólo fundamentan o explican las reacciones del Jefe del Estado. De hecho en la tercera parte del trabajo, desde 1969, el Prof. Suárez hablando de la quebrada salud de Franco afirma: “A partir de ese momento la documentación conservada en su poder disminuye en forma considerable, seguramente porque el abanico de asuntos a los que prestaba atención directa se había reducido” (p.483).

A esa documentación directa se suman las memorias de Laureano López Rodó y de algunos otros protagonistas, así como documentación de hemerotecas de prensa nacional y extranjera.

Respecto a las cuestiones relativas a la revisión del Concordato, la Asamblea Conjunta, etc., el autor utiliza las “Confesiones” (ediciones PPC, Madrid 1996) del Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, debidamente matizadas, especialmente en las referencias al Opus Dei, que, como es sabido, esas supuestas memorias, nunca revisadas por Tarancón, muestran que el Cardenal parece no haber entendido la actuación libre y responsable de los miembros del Opus Dei en su vida política y, por tanto, vería al Opus Dei como un grupo de presión política. El Prof. Suárez explica repetidamente la libertad de los fieles del Opus Dei y expresa claramente que no actuaban como grupo.

Respecto a la situación de la Iglesia en España y, en general del fenómeno de contestación, podría haber utilizado el libro de entrevistas del periodista Messori al entonces Cardenal Ratzinger, Informe sobre la fe, ediciones BAC, Madrid 1985. Lo que hubiera dado una información más profunda al lector, pues la división entre progresistas y retrógrados, repetidamente utilizada, es dibujada de un modo demasiado rápido, siendo un fenómeno muy complejo, con hondas raíces teológicas.

Por tanto, el eje central de este trabajo son las nuevas relaciones Iglesia-Estado derivadas del Concilio Vaticano II y la incapacidad de Franco de variar sus posiciones y entender lo que estaba sucediendo.

Evidentemente se puede estar de acuerdo o no con sus interpretaciones, pero en cualquier caso ahí está la masa documental manejada, que ya, debidamente ordenada, pasa a ser patrimonio común de los investigadores.

José Carlos Martín de la Hoz

Para leer más:

Suárez, Luis (2007) Los caminos de la instauración, Madrid, Actas

martes, 8 de julio de 2008

Ignorancia

José Carlos Martín de la Hoz Tertuliano en su tratado El apologético redactado en el 197 se dirigió a los magistrados y gobernadores romanos de provincias para reclamar la libertad de culto para los cristianos severamente perseguidos, mediante argumentos que, con el paso de los siglos siguen teniendo frescura y actualidad. Veamos algunos textos. Comienza quejándose amargamente de loa agravios que sufrían los cristianos de su época: “He aquí el primer agravio que ante vosotros formulamos: la injusticia del odio contra el nombre cristiano. El título que parece excusar tamaña iniquidad es precisamente el que la agrava y la prueba, a saber, la ignorancia” (cap.I). Seguidamente, recoge el argumento: “Se vocifera que la sociedad está sitiada por cristianos en el campo, en los poblados fortificados, en las islas; duélense como de una pérdida de que personas de todo sexo, edad, condición y dignidad pasen al nombre cristiano. Mas con todo, no levantan el ánimo a pensar que hay por dentro algún bien latente, no pueden sospechar en algo más recto, no quieren cerciorarse desde más cerca. ¡Sólo aquí se muestra perezosa la humana curiosidad! Aman el ignorar, así como otros se alegran de conocer” (cap.I). ~ Recoge las acusaciones habituales que circulaban entre el vulgo: de estupro, infanticidio, incesto y demás patrañas, para llegar a la acusación central: “No honráis a los dioses, nos decís, y no ofrecéis sacrificios por los emperadores”. A lo que responde con firmeza: “Síguese únicamente que nosotros no sacrificamos por otros, por la misma razón que nos impide sacrificar por nosotros mismos, y que no adoramos a los dioses ni una sola vez. Por eso se nos persigue como a culpables de sacrilegio y de lesa majestad. He ahí el punto capital de nuestra causa, o más bien, esa es toda nuestra causa (…). Dejamos de honrar a vuestros dioses desde el momento que reconocemos no ser tales” (cap. X). Seguidamente se detiene en la contemplación de Dios, de su bondad, belleza, verdad, grandeza para terminar: “Eso es lo que permite comprender a Dios: la imposibilidad de comprenderle. Por donde la potencia de su magnitud le revela y le oculta a la vez a los hombres. Y en esto se resume toda su culpa: en no querer reconocer a Aquél a quien no pueden ignorar”. A continuación, expresa la potencia del hombre para amar a Dios y lo muestra en las vidas de los cristianos para concluir: “¡Oh testimonio del alma naturalmente cristiana!”( cap. XVII). Finalmente, dirige sus ojos al tesoro de la Revelación de Dios en Cristo, contenido en la Escritura y en la Tradición entregada a la Iglesia: “Mas para que lleguemos a un conocimiento más pleno y profundo de sus mandamientos y voluntades nos ha dado además el documento de sus Libros santos, en los que puede el hombre buscar a Dios y, después de haberle buscado, hallarle; y, tras de hallado, creer en El; y, habiendo ya creído, servirle. Para ello envió al mundo desde un principio varones dignos, por su justicia y su inocencia, de conocer a Dios y de darle a conocer; varones inundados por el divino Espíritu para anunciar que no existe sino un solo Dios, el que todo lo creó, el que formó al hombre del barro” (cap.XVIII). José Carlos Martín de la Hoz Para leer más: Vian, Giovanni Maria (2006) La Biblioteca de Dios. Historia de los textos cristianos, Madrid, Cristiandad

domingo, 6 de julio de 2008

De viris illustribus

José Carlos Martín de la Hoz Al estilo de las viejas recopilaciones de la antigüedad clásica, San Jerónimo compuso a finales del siglo IV una obra de gran trascendencia: el tratado de De viris ilustribus. Un compendio, sencillo y completo de los grandes escritores del cristianismo hasta el momento de redacción del tratado. Como señala él mismo en la introducción el escrito lo elabora en Belén, donde estaba retirado trabajando. La primera observación es el famoso dicho: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Resulta divertido ver a Séneca entre los nombres de cristianos ilustres, y se echa en falta a otros, aunque pocos. San Jerónimo se reconoce deudor de la Historia Eclesiástica escrita unos años antes por Eusebio de Cesarea, pero señala que ha leído las obras de los autores que va a citar. Muchos de esos libros los encontró y pudo tomar sus notas en la biblioteca de Cesarea, la famosa Bibliotheca divina (cfr. cap.75), que conservaba ejemplares muy antiguos del Nuevo y del Antiguo Testamento, así como las obras de los primeros escritores cristianos. Indudablemente el peso de las acusaciones de Celso, Porfirio y Juliano el Apóstata, están presentes en su trabajo, pues para esos tres polemistas "la Iglesia nunca había contado en sus filas con filósofos, oradores y doctores". Por eso el objetivo de su obra será señalar: "cuántos y qué calidad de hombres ilustres han fundado la Iglesia, la han levantado y la han embellecido; y que en adelante dejen de argumentar contra nuestra fe con una simplicidad propia de rústicos, y reconozcan más bien su completa ignorancia" (Introducción). Al repasar los autores señalados y las fuentes aportadas, es llamativo ese cruzarse de lo temporal y lo eterno. Es importante la historia documentada, donde se debe avanzar cautelosamente, pero siempre es clave. Como recuerda José Miguel García: "La Investigación histórica no puede concluir nada sobre la divinidad de Jesús, pero sí puede estudiar las huellas que este acontecimiento excepcional ha dejado en la historia y valorar cual es la explicación más adecuada de este hecho histórico al que llamamos cristianismo" (p.24). Ver el eco de la Sagrada Escritura en las personas. Como recuerda Benedicto XVI: "Hoy en día se somete la Biblia a la norma de la denominada visión moderna del mundo, cuyo dogma fundamental es que Dios no puede actuar en la historia y que, por tanto, todo lo que hace referencia a Dios debe estar circunscrito al ámbito de lo subjetivo" (p.60). Es interesante ver la honradez de san Jerónimo para señalar lo que ha leído y lo que no. Su hondura y profundidad para estudiar y leer le permitió hacer la traducción de la Vulgata teniendo delante textos muy fiables. Ahí están los 135 autores citados, con sus referencias biográficas, las obras que escribieron y su importancia. El último de los autores es el propio San Jerónimo, lo que no deja de tener su gracia. José Carlos Martín de la Hoz Para leer más: García Pérez, José Miguel (2007) Los orígenes históricos del cristianismo, Madrid, Encuentro Benedicto XVI (2007) Jesús de Nazaret, Madrid, Esfera de los libros

jueves, 3 de julio de 2008

La actualidad de Ramón Llull

José Carlos Martín de la Hoz Teodoro Martín acaba de publicar en la Biblioteca de Autores Cristianos, en la colección clásicos de espiritualidad, una selección de textos de Llull. Un gran acierto, pues el mallorquín Raimundo Llull (1232-1316), siglos después de su muerte, sigue atrayendo por su claridad y su profunda coherencia. Raimundo se convirtió a los 30 años después de llevar una vida alocada buscando la felicidad donde no podía hallarla. Cristo crucificado le salió al encuentro en cuatro tardes consecutivas, que transformaron su entera existencia. Desde entonces hasta su muerte, no cesó de entregarse a vivir la intimidad con Jesús y a predicarla por todas partes. Los límites del espacio y del tiempo, la barrera de los idiomas o de las costumbres, no fueron obstáculos para el alma apostólica de Llull. El políglota mallorquín fue un estudioso de las lenguas orientales, sobre todo del latín, árabe y hebreo. Fue el impulsor del nacimiento de las cátedras de lenguas en las Facultades de Teología del mundo, no sólo para conocer mejor y acercarse a la Sagrada Escritura, sino también para dialogar con judíos y musulmanes. El mismo recorrió Europa, el norte de África, Siria y Tierra Santa. Entre las muchas piezas de gran interés incluidas en esta selección, está el libro del “Amigo y del Amado”(pp.73-125). Una de las obras clásica lulianas, repetidamente editada en muchas lenguas. Un texto clásico para la meditación acerca del amor de Dios. Se trata de un fruto de su vida espiritual y de su conocimiento de la mística cristiana, pero también, es un eco del Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento. Los textos recogidos en este volumen tienen un hilo conductor: impulsar la vida cristiana, primero en el clero y luego en la totalidad del Pueblo de Dios con una fuerte llamada a la conversión a la oración, a la coherencia de fe y vida de fe. Los textos seleccionados del libro de Blanquerna (pp.5-70), son ingenuos y muy expresivos de una época, pero siguen siendo actuales. La parte final de esta selección la componen el Arte de la Contemplación, (pp.125-181). Unas bellísimas páginas que constituyen una llama a la contemplación de Dios; de su Belleza, Verdad y Bondad. Es llamativo el alto grado de mística que contienen, a la vez están expresadas con un fondo racional, aunque no exento de profundos sentimientos. Donde la poesía Luliana alcanza su cenit es en la última joya contenida en este trabajo. Se trata de la edición del pequeño tratado “Llanto de la Virgen” (pp.255-266). Un libro muy difícil de encontrar en castellano. El contenido refiere una extensa y bellísima creación acerca de la vida de la Virgen María acompañando a la Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo. José Carlos Martín de la Hoz Para leer más: Lulio, Raimundo (2007) Aventura y defensa de la fe. Textos selectos, Madrid, BAC

En julio: "Agua de noria" de Jiménez Lozano

"Agua de noria" José Jiménez Lozano, Edicions RBA, 2008


Con el descubrimiento de un cadáver y la consiguiente pesquisa policial se inicia una trama que nos llevará a descubrir un asunto turbio relacionado con la investigación científica y en el que nadie es lo que parece. La profundidad de la indagación en la esencia psicológica y sentimental de los personajes, la variedad de registros y el tono costumbrista entrelazado con la intriga de la trama y los quiebros argumentales de esta novela hacen de Agua de noria una lectura apasionante que aúna la mejor novela de entretenimiento con lo más egregio de la literatura española.

martes, 1 de julio de 2008

Un año paulino

Ángel Cabrero Ugarte Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha convocado para toda la Iglesia un año conmemorativo del dos mil aniversario del nacimiento de San Pablo, que comienza este domingo, solemnidad de los apóstoles. Es la ocasión para fijarnos en este hombre, llamado el Apóstol, por excelencia, a pesar de no ser uno de los 12, pero sí un discípulo "por vocación". Por los datos que tenemos y por las descripciones de los diversos autores conjeturando a partir de ellos, nos hemos hecho una idea, una figura, de un hombre más bien bajito, calvo, algo tartaja. Diríamos que no muy atrayente, nada mediático según los cánones de ahora. Y sin embargo con una fuerza de persuasión extraordinaria. ¿Qué tenía este hombre tan distinto que imantaba a las personas que le escuchaban? San Pablo era un hombre convencido, coherente hasta el extremo, que pasa de perseguidor de los cristianos, por su celo como judío, al amor de Cristo que le lleva a una entrega heroica a los demás hombres. Una conversa rusa, Tatiana Góricheva decía que "un cristianismo sin exigencias radicales se convierte en utilitarista". San Pablo, sin duda, estaría de acuerdo con esta opinión. Era un hombre radical. Y radical no es equivalente a violento. El radical, según el diccionario, es "partidario de reformas extremas", y también viene de fundamentar, de raíz. Es sin duda lo que se pretende de un cristiano de hoy, según los tiempos que corren, como era imprescindible en los tiempos en que el Apóstol predicó por muchos lugares. La predicación de Cristo no puede ser mediocre o tibia: ha de ser radical, que nos lleva a la raíz y que supone reformas extremas. Desde luego eran imprescindibles en el momento en que los primeros cristianos mostraron a las gentes una idea nueva, en casi todo el mundo conocido, pero también ahora, en el nuestro, donde el sentido cristiano ha desaparecido de la sociedad y, en buena medida, de la familia. San Pablo era un hombre convencido, enérgico, movido por el amor. Y eso le costó mucho sufrimiento. Como el dirá a los corintios (II Cor 11, 24-28): "Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el abismo. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias". Eso es lo que le mueve, la preocupación por los demás; observamos con admiración la eficacia de un solo hombre entregado, y pensamos, esa es una de las enseñanzas de este año paulino, en la eficacia de nuestra vida cuando es santa, llena de Dios y de preocupación sincera por los que se han olvidado de Jesucristo.

Ángel Cabrero Ugarte

Para leer más:

Dreyfus, Paul (2007) Pablo de Tarso. Ciudadano del Imperio, Madrid, Palabra
Herranz, Mariano (2008) San Pablo en sus cartas, Madrid, Encuentro
Decaux, Alain (2005) El aborto de Dios, Madrid, Apóstrofe Wohl, Louis de (2003) El mensajero del rey, Madrid, Palabra