Como es sabido, Jesucristo, antes de ascender al cielo, otorgó a sus Apóstoles el conocido mandato: "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; [20] y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20).
Entre otras cosas, para el gobierno de la fe del pueblo y para el tratamiento de la herejía, los Apóstoles recordarían, la siguiente afirmación de Jesucristo: "Si pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra de dos o tres testigos sea fallado todo el negocio. Si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano. En verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis en la tierra será desatado en el cielo"(Mt 18, 15-17). Es decir: corrección fraterna, admonestación eclesiástica, y excomunión.
Santo Tomás, al hablar de la pena de excomunión establecida por San Pablo (cfr.I Cor 5, 2.6), para los herejes, recuerda su significado: defender la fe de los débiles. Por tanto aclara que si los cristianos son firmes en la fe, de tal modo que de su comunicación con los infieles pueda esperarse más bien la conversión de éstos que el alejamiento de aquellos de la fe, no debe prohibírseles el comunicar con los infieles que nunca recibieron la fe, con los paganos y judíos, sobre todo si urge la necesidad (Cfr.S.TOMAS DE AQUINO, Suma Teológica, II-II, q.10, a.9)
Así fue vivido por
Es interesante releer el extenso trabajo de San Ireneo de Lyón, adversus haereses realizado alrededor del año 180, en donde da cuenta por extenso, del contenido del gnosticismo. En el Prólogo a la obra dice: "Y de la misma manera que nosotros, para responder a tu deseo ya antiguo de conocer sus enseñanzas, hemos puesto todo nuestro cuidado no sólo en manifestártelas, sino también en suministrarte el medio de probar su falsedad, así también pondrás tú todo tu cuidado en servir a los demás, según la gracia que te ha sido dada por el Señor, para que los hombres no se dejen arrastrar en adelante por la doctrina capciosa de estas gentes, que es como sigue"(Lib.I., prólogo).
La conclusión del libro I es la siguiente: "Desde ahora te está permitido, lo mismo a ti que a todos los que están contigo, ejercitarte en todo lo que hemos dicho anteriormente: en destruir las doctrinas perversas e informes de esas personas y en mostrar que sus opiniones no concuerdan con la verdad" (I, 31,4).
José Carlos Martín de la Hoz
IRENEO DE LYON, Adversus haereses, ed. apostolado mariano, Sevilla 1999
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