martes, 12 de agosto de 2008

Caro Baroja y el anticlericalismo

José Carlos Martín de la Hoz

Julio Caro Baroja (1914-1995), eminente historiador y etnógrafo, fue publicando en los años ochenta breves artículos y colaboraciones en proyectos de investigación relacionados con la historia del anticlericalismo español. Ahora, reunidos en un solo volumen es más fácil volver sobre ellos y extraer las enseñanzas que contienen.

Evidentemente las páginas más brillantes de este trabajo se concentran en los capítulos dedicados al siglo XIX. Es, en esa época, cuando eclosiona un anticlericalismo dañino, rabioso, lleno de odios y malquerencias, que derivará en la irreligión y en la destrucción del patrimonio artístico y religioso, incendios, asesinatos y violencias, que fueron apareciendo en ese siglo y estallaron, finalmente, en el siglo XX durante la República y la Guerra Civil española.
Volviendo atrás, a los orígenes, conviene reseñar, por lúcidas, estas palabras de Caro Baroja: "Los cargos clásicos del pueblo contra el clero se refieren a la falta de relación entre su conducta y la que se debía tener"(p.57). Este es el significado profundo del solemne acto de purificación de la memoria llevado a cabo por Juan Pablo II el 12 de marzo del 2000 en la Basílica de san Pedro, dentro de los actos del jubileo del final del milenio, que él mismo evoca en su Carta Apostólica Nuevo Millenio Ineunte: "¿Cómo olvidar la conmovedora Liturgia del 12 de marzo de 2000, en la cual yo mismo, en la Basílica de san Pedro, fijando la mirada en Cristo Crucificado, me he hecho portavoz de la Iglesia pidiendo perdón por el pecado de tantos hijos suyos? Esta purificación de la memoria ha reforzado nuestros pasos en el camino hacia el futuro, haciéndonos a la vez más humildes y atentos en nuestra adhesión al Evangelio" (n.6).

Caro Baroja, señala también, un poco más adelante, con acierto, lo siguiente: "Los frailes mientras ha durado una concepción del mundo teológica, eran los representantes, malos en muchas ocasiones, pero los representantes al fin, de la Santa Madre Iglesia. Y la clásica dualidad entre su conducta no perfecta y la perfección absoluta de lo que representaban, explica el que los pecados particulares no afectan al conjunto"(p.77). Esta es la cuestión: la Iglesia es santa, por su origen, por su Fundador, por su doctrina y por sus frutos, pero los cristianos no lo son, mientras viven. En ese sentido la fe del pueblo cristiano ha sido grande a lo largo de la historia, para superar las miserias del clero y llegar a la raíz del mensaje de la Revelación obrada por Jesucristo y entregada a la Iglesia, generación a generación, hasta el día de hoy.

Pero, muchas veces, se ha confundido al clero con la Iglesia, y esto ha producido escándalo y defecciones, como también admiración y conversiones. Por eso el reto perenne para los cristianos es la santidad de vida. Un reto y una responsabilidad, que requieren constantes conversiones y rectificaciones, para que la conducta se adecue al Evangelio que hemos recibido.

José Carlos Martín de la Hoz

Para leer más:

Caro Baroja, Julio (2008) Historia del anticlericalismo español, Madrid, Caro Raggio
Juan Pablo II, Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte, Roma 6-I-2001.

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