José Carlos Martín de la Hoz Al estilo de las viejas recopilaciones de la antigüedad clásica, San Jerónimo compuso a finales del siglo IV una obra de gran trascendencia: el tratado de De viris ilustribus. Un compendio, sencillo y completo de los grandes escritores del cristianismo hasta el momento de redacción del tratado. Como señala él mismo en la introducción el escrito lo elabora en Belén, donde estaba retirado trabajando. La primera observación es el famoso dicho: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Resulta divertido ver a Séneca entre los nombres de cristianos ilustres, y se echa en falta a otros, aunque pocos. San Jerónimo se reconoce deudor de la Historia Eclesiástica escrita unos años antes por Eusebio de Cesarea, pero señala que ha leído las obras de los autores que va a citar. Muchos de esos libros los encontró y pudo tomar sus notas en la biblioteca de Cesarea, la famosa Bibliotheca divina (cfr. cap.75), que conservaba ejemplares muy antiguos del Nuevo y del Antiguo Testamento, así como las obras de los primeros escritores cristianos. Indudablemente el peso de las acusaciones de Celso, Porfirio y Juliano el Apóstata, están presentes en su trabajo, pues para esos tres polemistas "la Iglesia nunca había contado en sus filas con filósofos, oradores y doctores". Por eso el objetivo de su obra será señalar: "cuántos y qué calidad de hombres ilustres han fundado la Iglesia, la han levantado y la han embellecido; y que en adelante dejen de argumentar contra nuestra fe con una simplicidad propia de rústicos, y reconozcan más bien su completa ignorancia" (Introducción). Al repasar los autores señalados y las fuentes aportadas, es llamativo ese cruzarse de lo temporal y lo eterno. Es importante la historia documentada, donde se debe avanzar cautelosamente, pero siempre es clave. Como recuerda José Miguel García: "La Investigación histórica no puede concluir nada sobre la divinidad de Jesús, pero sí puede estudiar las huellas que este acontecimiento excepcional ha dejado en la historia y valorar cual es la explicación más adecuada de este hecho histórico al que llamamos cristianismo" (p.24). Ver el eco de la Sagrada Escritura en las personas. Como recuerda Benedicto XVI: "Hoy en día se somete la Biblia a la norma de la denominada visión moderna del mundo, cuyo dogma fundamental es que Dios no puede actuar en la historia y que, por tanto, todo lo que hace referencia a Dios debe estar circunscrito al ámbito de lo subjetivo" (p.60). Es interesante ver la honradez de san Jerónimo para señalar lo que ha leído y lo que no. Su hondura y profundidad para estudiar y leer le permitió hacer la traducción de la Vulgata teniendo delante textos muy fiables. Ahí están los 135 autores citados, con sus referencias biográficas, las obras que escribieron y su importancia. El último de los autores es el propio San Jerónimo, lo que no deja de tener su gracia. José Carlos Martín de la Hoz Para leer más: García Pérez, José Miguel (2007)
Los orígenes históricos del cristianismo, Madrid, Encuentro Benedicto XVI (2007)
Jesús de Nazaret, Madrid, Esfera de los libros
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